Viaje al silencio

De un modo u otro hace muchos años que inicié este proyecto sin ser consciente de ello. A lo largo de los años me he ido encontrando con esos espacios vacíos o en proceso de ausencias de la presencia del hombre.

A lo largo de los años te vas encontrando esa soledad dolorosa que produce el abandono de ciertos territorios, ese silencio que se va adueñando poco a poco de la vida de los espacios rurales, pequeños pueblos y comarcas que el tiempo arrastra hacia lo más profundo del pozo de las ausencias. Ese tiempo del progreso que marca la aventura de la búsqueda de nuevas vidas, vidas soñadas en las grandes ciudades que pueden llegar a ser tan solitarias para uno como una pequeña aldea de 3 habitantes. Y esos silencios los encuentras en toda la geografía española, no solo en lo que denominan la zona cero. Y esos silencios tan bien son intrínsecos a muchos pueblos, a sus propios centros neurálgicos: lo que solemos llamar cascos antiguos, para distinguirlos de lo moderno, que parece ser lo contrario de lo antiguo. Hay como una fuerza a vaciar esas calles, callejones, negocios de toda la vida, esos bellos y decadentes edificios que llevan en pie un tiempo casi infinito, siendo testigos del paso de la vida y que en muchas ocasiones se quedan en plena soledad, fríos. Te encuentras dos mundos distintos dentro de la misma población tan cercanas y a la vez tan alejadas.

Aun así existe una resistencia en esos pequeños núcleos que van menguando y no quieren ceder a desaparecer de sus tierras y su memoria. Son personas valientes, con ese aire quijotesco a enfrentarse a lo irremediable, y algunos resisten y van ganando la batalla. Toda una proeza digna de admiración porque hay que ser muy valiente, como lo son esos hombres y mujeres, para resistir y aguantar esos silencios, esos vacíos, que de algún modo han asumido y que han convertido en una simbiosis necesaria.
Viaje al silencio tardará en llegar a su fin y estará compuesto de esas imágenes que mencionaba anteriormente, las que me he ido encontrando en el pasado y las nuevas a través de viajes interiores a esa llamada España vacía que también retrataron con sus palabras y vivencias Sergio del Molino (*La España vacía, ed. Turner) y Paco Cerdá (Los últimos, Ed. Pepitas de Calabaza), cada uno con sus distintos estilos y, como no, de Julio Llamazares que nos lleva advirtiendo y describiendo desde hace mucho tiempo de ello a través de su maravillosa prosa. De ellos son el mérito y la motivación de llevar a cabo, de decidirme, a realizar este proyecto tan personal, como no podría ser de otro modo.

Localización: España